lunes, 9 de noviembre de 2009

Belgrano...la casa que quedó esperando.



La casa se notaba abandonada, una de las más bellas mansiones que en el Barrio de Belgrano aún quedaba en pié .
Aquel día, a mediados de los setenta, en una cálida tarde de sol de otoño, Ella comenzó a cerrar esa casa.
Los exquisitos muebles de estilo con su encanto de maderas tan nobles, esas mesas con marqueterie de pluma de caoba… todos fueron tapados con antiguas sábanas blancas de hilo.Los sillones de terciopelo y brocatto esperarían años para volver a ser despertados.
También cubrió con una delicadeza sublime esa maravillosa araña de caireles…Llena de recuerdos, apagada.Anfitriona de innumerables fiestas, como la última … Temblaron bajo el lienzo los caireles desesperados por un futuro incierto, se sentían sentenciados, la araña quería volver a brillar y ser parte de…pero, como testigos, comprendían las decisiones tomadas.
A la izquierda , en el fondo del primer salón se desplegaba con todo su señorío la maravillosa y nívea escalera de mármol de carrara…entrecerrando sus ojos, estremeciéndose al recordar los últimos pasos que en puntas de pie y descalzos la rozaron.
Bajo otra de las sábanas,la más delicada, cubrió el espejo de la entrada…Sí, ese preciado espejo con el marco veneciano. Otro testigo más de cada acontecimiento de esa casa y de los que por allí pasaron. El era como el libro de visitas donde los ilustres visitantes dejaban su impronta y su firma grabada.
El espejo viviría sumergido en un vacío de tristeza desde esa última mirada, ambos lo sabían…Quiso abrazar a la mujer y que, a través de él, pasara al país de los sueños…pero ella había elegido otra cosa, aceptar lo que la vida le marcaba…
Cada tanto ,El recordaría la última mirada, los ojos de aquella mujer , la que lo cubrió con respeto, amor y delicadeza…esos ojos tan transparentes como sus lágrimas...
Detrás de la imponente puerta de entrada había dejado una pequeña valija…con algunas culpas guardadas.
Hubiera sido tan fácil…Aceptar la invitación del espejo y cruzarlo…
Pero eligió la otra opción…dejar todo acomodado para que alguna vez alguien haga entrar el sol, la música y la vida nuevamente a la casa. Después de todo, ella había sido testigo y no culpable.Quién osaría llevar a juicio a una casa?
Detrás quedaron los que le aconsejaron venderla y o hasta incendiarla para quemar todo lo que allí quedaba. Pero jamás fue una opción barajada…Solo pensó en una pequeña valija con culpas, en poner cada cerrojo en su lugar, en detener el imponente reloj antes de partir y en cubrir los objetos, en protegerlos del polvo, del paso del tiempo…
Luego de cerrar la puerta principal, secó su cara con un pequeño pañuelo bordado con tres iniciales, tomó la valija y comenzó a caminar por el camino marcado cruzando el otrora esplendoroso jardín hasta donde se encontraba la gran puerta de hierro forjado, ésa que le costaba tanto abrir…Ya no estaban los sirvientes, ni el mayordomo…solo ella y sus pequeñas manos…inspiró profundamente para no ahogarse en llanto y tomó un poco de fuerza, de la última que le quedaba…Esa puerta también la dejó bien cerrada.
Ahora se encontraba afuera de los muros perimetrales de la antigua mansión…Dejó todo, sólo llevaba la ropa que tenía puesta, unos zapatos de tacón alto, un vestido sencillo de crèppe de lana comprado en París, su amado Burberry´s color tiza con su inconfundible interior escocés, las medias de seda que acariciaban sus piernas…y la valija...Sóla, con esa humilde valija…caminando rumbo a la estación, atravesando las Barrancas de Belgrano…Se detuvo unos instantes en la glorieta...cerró los ojos y oyó música...inspiró profundamente como si su intención fuera llevarse todo el aire de esa plaza...
Caminaba hacia la nada… bah...hasta la estación en Juramento, la estación Belgrano...Ahí parada en el andén...inmersa en una extraña niebla no común en Buenos Aires sintió frío...
Y Dios se apiadó de su alma...
Un ángel disfrazado de tren se la llevó en brazos dejando la valija de culpas en el andén. A unas cuadras, los vecinos escucharon el estruendo de la majestuosa araña de caireles desmayada, sobre el piso de mármol traído desde Italia ,que quedó estupefacto sosteniendo en brazos los restos de los cristales.
También se quebró el espejo en mil fragmentos…sólo quedo parte del marco…
Al día siguiente, el jardín estaba totalmente seco, un manto de telarañas como tejido durante siglos abrigó las rejas y la casa…Las paredes externas amanecieron rajadas, como si hubiesen pasado...Cien años…
Ay! las soledades...
Aún quedan algunos restos…Pueden verlos y buscarlos en Belgrano.



Nota:Mis recuerdos y la ficción se mezclan...escribo esto a mis queridos fantasmas,esos que habitaban las casa abandonadas en Belgrano donde nací y viví hasta los 14 años.En especial a aquel balcón de la calle Sucre 2180, de esa casa estilo Tudor donde vivían los Cárdenas, ese cuarto a la calle testigo de algunas travesuras con mi amiga María Luz (Lulú) desde el cual mirábamos la maravillosa casa del Angel.Y a los vecinos que les tirábamos agua y otras cosas...sepan disculpar, eran travesuras inocentes...éramos chicas de Belgrano...
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