domingo, 20 de septiembre de 2009

El ritual del equinoccio de primavera



Ella tomó una manzana roja…igual a la que París ofrendó a Afrodita.
Buscó cuatro sahumerios de incienso.
Los clavó en la manzana orientándolos hacia los cuatro puntos cardinales.
Con una paz extraña esparció semillas y puso la manzana en un plato.
Encendió los inciensos y se sentó en su sillón, observando los espirales de humo que se elevaban.
Impertérrita miraba…cómo llevaba a cabo su ritual de equinoccio de primavera.
Meditando como la vida juega a los dados con las cuatro estaciones en nuestros cuerpos.
Trayendo días de verano en nuestros inviernos y primaveras en nuestros otoños…
Confundiendo nuestra piel.
Siempre a destiempo.

¡Vida, deja ya de jugar a los dados, te pareces un soldado romano!

LA PINTO PREÑADA



En un estallido de pasión y color hizo su entrada.
Botticelli la pintó con todas sus galas
Botticelli la pintó preñada.
La preñó un fino pincel.

Vivaldi la acompañó con sus magníficas notas.
Más ninguno pudo hacerla no profana…
Solo el Señor de los Tiempos y no quiso.
La quiso profana.
En el principio era el verbo y la palabra.
Tras ellos el color y la imágen.
Los olores...
Y las notas…
Todos combinados a la vez y en el mismo estado
Explotando vida, luz, colores y perfumes


Y sonó fuerte, de repente, un La 44 brillante.

Momento de parto
El día de nacer…
El día de Parir.
O tal vez el de partir.
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