viernes, 8 de enero de 2010

Y DESCENDIO A LOS INFIERNOS...Y ME TOMÓ DE LA MANO Y ME LOS MOSTRÓ




Y descendió a los infiernos…
Y me tomó de la mano con una dulzura jamás imaginada,
Me miró a los ojos y perdiéndome en los suyos descendí con EL
Y me los mostró…
Estaban tan cerca…
Hasta en mi propia cama…
Me hizo recorrer parte de mis recuerdos
Y me los fue señalando…
Me llevó también a caminar por las callecitas de Buenos Aires.
De pronto en una esquina me hizo sentar a su lado.
Un típico café porteño.
El pidió una copa de vino que compartimos, sentados en la mesa de un encantador hombre de una edad imposible de calcular,ya que decir que era algo anciano podría opacar su sensualidad y el era absolutamente sensual.
Se saludaron afectuosamente.
Parecían viejos amigos…
Aunque mi compañero de paseo no parecía superar los treinta años…Todo era extraño...
Me pidió que me sentara y que oiga atentamente al hombre.
Ese señor mayor , vestido con ropa inglesa de la mejor calidad
y revolviendo unos cubos de hielo con el dedo en un wisky,
oliendo a codicia, ambición y perfume importado monologaba.
Su rostro bronceado, sus ojos y sonrisa brillantes, esa pose de ganador…
Absolutamente un porteño seductor.
No tenía aspecto de trabajador ni de empleado,
Mi compañero de paseo me hizo otro gesto que comprendí al instante.
Que observara atentamente los ojos del dandy…
Esos ojos cambiaban…
Los vi encendidos como brasas…mientras “sabios” refranes nos recitaba…Amarillos de codicia,verdes de envidia, negros como abismos y rojos de sangre.
El hombre había vivido y bastante…
Los surcos de su cara delataban su vida “ non sancta “
El típico aventurero que siempre caía bien parado…
Locuaz y verborrágico de grandes y millonarios negociados ..
Debo confesar que era sumamente atractivo. Una peligrosa combinación de dandy con filósofo de cafetín y empresario…Y se le notaba que había sido el más bello…
Mientras el seductor revolvía su Whisky con el dedo y se perdía a veces absorto en el precipicio de mi escote, mi compañero de paseo me hizo señas y nos retiramos… Ambos se guiñaron un ojo y se dieron la mano.
De mi acompañante no les conté nada…
Era tan bello…imposible describir a ése hombre.
Iluminaba con la mirada los lugares por los que pasábamos…
El recorrido fue extenso .Yo sentía ya que lo amaba.
En una esquina me dijo:
– Hasta acá llegamos, nuestro Padre te dio muchos dones, pero hoy necesitabas pasear conmigo por tu vida y las callecitas de Buenos Aires. Sé de tu amor por Mí y por eso te pasé a buscar por tu casa…y te Amo tanto como mi Padre.
Del viejo del bar no hablemos…sé que te diste cuenta quien era. Voy a besar tus ojos porque te mostré el infierno, nos sentamos en la mesa del Diablo, compartimos la copa de mi sangre y descendí nuevamente al averno por vos…para mostrarte bien dónde está. Lo tenías al lado y no lo podías ver, estaba también adentro de tu alma. Cuando te bese los ojos verás el cielo y yo deberé retirarme…Y te amo, y vos a mí ,y mi amor es eterno…Es el amor sublime y sabés bien que me encontrarás en tu alma, que soy el amante más fiel, el que no ata, el que da hasta la vida por vos.El que realmente la dió. Acordate de refugiarte en mis brazos…-
Sonrió y agregó:
-Comprenderás… ya no voy a volver más, no puedo salir con mujeres de paseo por las calles, aunque me gustaría… -y su sonrisa fue luego una carcajada…
Me abrazó con infinita ternura y me sentí una niña en sus brazos. Besó mis ojos y un aroma a rosas invadió el lugar…Cuánto lo amaba! Vi el cielo en ese beso tal como El me dijo.
Al abrirlos El ya no estaba, se había marchado.
Me había acompañado hasta mi casa.
Luego de un silencio absolutamente profundo me serví un whisky doble con hielo que luego se multiplicó por cuatro y lo revolví con mis dedos como el anciano…
Me quedé absorta unas horas rememorando los infiernos que me había mostrado y en mi propia casa, en mi propia alma…Aunque El ya de ella se había adueñado.Es más yo se la había ofrendado.
A los whiskys les sumé luego tres cafés bien cargados…
Después de todo, es una fuerte experiencia salir en una noche con Dios y con el diablo, que me enamore del que está en el cielo al que alaban todas y todos ...y que encima me haya mostrado los secretos de la vida paseando de mi mano por las callecitas de Buenos Aires.
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