Empantanadas horas y pegajosas.
Irrespirables.
Donde cada minuto,
es un látigo que flagela,
arrasando anestesias.
Empantanadas horas donde el lodo
comienza a secarse tironeando...
Barro quebrado,
hendijas que claman agua,
pies descalzos,
pasos áridos que no dejan huella...
El silencio cortado,con el filo de la
no palabra...
Arboles que lloran,
inclinándose ante las horas.
Y ese pedacito de horizonte que deja
ver,
lo que hay,
detrás de la ciénaga...
Las mismas y desoladas cumbres ,
que siguen siendo,
tan borrascosas...