sábado, 27 de marzo de 2010

CULPABLE



Ernst Ludwig Kirchner (1880 - 1938)


Abrió ese ropero de roble en el que guardaba sus tesoros.
Sacó uno de sus vestidos de fiesta y las sandalias.Los aros, sus anillos y el collar.
Sus pies estaban perfectos, suaves, con un ligero barniz traslúcido en las uñas tan cuidadas al igual que sus delicadas manos.
Separó la cartera, que le daría ese touch de color al atuendo.
El pelo, cual manto de encaje negro cubriría su espalda desnuda.
Encendió las luces del baño principal y frente al espejo comenzó a maquillarse.
Usaba y abusaba del rímel, un delineado negro sobre los párpados y algún color azul o verde por debajo sosteniendo la fila de pestañas del párpado inferior,aquéllas que eran expertas en contener agua.. . Recordó la simbología del color y delineado del antiguo Egipto…Negro azul y verde .Los colores que protegían las puertas del alma. Ella no usaba sombras en los ojos .Solo los enmarcaba…Apenas un poco de iluminador bajo las cejas compitiendo en desventaja con el brillo de sus ojos.
Delineó cuidadosamente esa boca que custodiaba tantos silencios, corrigiendo los pequeños detalles que le molestaban.
Tres toques de corrector en unas manchas. Luego la base y el rubor que resaltarían su bronceado.
Eligió cuidadosamente la ropa interior. Aunque nadie la fuera a ver. Sentía que era parte del atuendo. Le daba seguridad que no desentonara con los tonos del vestido y los accesorios.
Se vistió ceremonialmente, ritualmente. Eligió uno de sus perfumes…Si, ése estaba bien para ése estado de ánimo…Mas cometió un grave error a último momento…Volvió al espejo…

Y se miró desde otros ojos, desde otro ángulo.

El vestido era el mismo.
El peinado exacto.
El maquillaje, el que siempre la caracterizaba.
Los mismos colores que con su alma se mimetizaban…
Pero…

De repente,
un grito y
el espanto.

¿Quién era ésa mujer que en ése espejo se reflejaba?

Ese rictus.
Una mueca.
Los párpados caídos,
la piel ajada…
Los gestos de expresión que ya gritaban.

Intentó una sonrisa,
pero el espejo le mostró,
la macabra combinación,
entre la sonrisa del Guasón
y la Mona Lisa...

Volvió a gritar un espanto.

Revisó su cuerpo,
y, a pesar de que mantenía las formas,
se veía marchito…
Pero…si apenas habían pasado unos meses…
¿Dónde estaba su imágen?
¿Quién se la había robado?

Asomaron unas lágrimas…

Desde otra dimensión sintió un abrazo…
Amoroso,cálido,envolvente...
Tan fuerte que evitó que cayera en ese baño…
y...
Se abandonó en esos brazos…
Sin importarle de dónde venían,
si eran reales o imaginarios.

Entonces...
Se permitió volver a llorar.
Derramó lágrimas nacidas en sus entrañas,
hasta que quedó seca...


En un último esfuerzo, ayudada por esas manos invisibles que la sostenían, caminó tristes pasos hasta el living y se dejó caer en un sillón.
Se tomó la cabeza desesperaba ya que la sentía a punto de estallar.
Tiró con furia sus sandalias…Se arrancó los aros como arrancándose un pedazo de vida y sus orejas sangraron...

Manoteó el celular, que descansaba sobre la mesa de cristal y roble , y…lo apagó. Estuvo a punto de arrojarlo por la ventana.

Cuando recuperó un poco la fuerza,la que nunca sabía de dónde provenía,
se sirvió una copa...
Y la saboreó.

Y luego…

Desesperada buscó un martillo…
E hizo añicos todos los espejos de la casa.
Como poseída y descalza pisó los vidrios,
Salvaje y con furia...
Dibujando con la punta de los dedos de los pies,
un círculo de sangre y de cristales.

Luego volvió a desplomarse en su sillón,
cerró los ojos y viajó en el tiempo...
En las dimensiones y en los espacios…
Buscando a la mujer perdida…
Buscando a quien le robó la imágen…

Y encontrando...
A quienes le quebraron el alma.

Mas odiarlos no podía...

Y en un fragmento de espejo manchado en sangre,
Encontró a la principal responsable...

Y escuchando sin oídos oyó...
La tan remanida frase...
"Sos vos, la única culpable"
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