Me arrancaste,
una
a una,
cada una
de mis espinas
Sangré savia.,
mordí mis pétalos,
entre púrpura y escarlata,
y reconocí en ellos,
el sabor de tu sangre.
Me deshojaste,
y no era otoño,
ni eras frío.
Tampoco soplaba el viento
y quede desnuda.
Se estremeció mi tallo,
Temblaron mis raíces.
Alcé mis ojos al cielo.
Reverencié al sol,
a la luna y a las estrellas.
Elevé plegarias.
Recite abecedarios.
Mas ...
Volver a mirarte no pude.
Perdonarte?
Qué dices!
Nada hay que perdonar.
Ni siquiera supiste ser culpable...
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